¡Os saludo humildemente, oh vosotros, fieles y celestiales Amigos de mis hijos! Les doy las más sinceras gracias por todo el amor y la bondad que les muestran.
En algún día futuro, con agradecimiento más digno de lo que puedo dar ahora, te pagaré tu cuidado por ellos, y ante toda la corte celestial reconoceré su deuda con tu guía y protección. Continúe velando por ellos.
Proveer para todas sus necesidades de cuerpo y alma. Ora, igualmente, por mí, por mi esposo y por toda mi familia, para que todos podamos un día regocijarnos en tu bendita compañía.
Amén.